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Si está leyendo este texto, es porque seguramente se encuentra dentro de ese alto porcentaje de personas que luchan a diario contra el síndrome de intestino irritable (también conocido por la sigla SII)... y hasta ahora no han podido solucionarlo.
Yo sé cómo se siente, porque desde muy joven he visto a mi madre sufrir las consecuencias del síndrome de intestino irritable. A pesar de no ser una mujer quejosa, yo sabía que sufría, aunque fuera en silencio.
Sus dolores eran agudos y punzantes, y solía pasar de períodos de peligroso estreñimiento a no menos graves lapsos de diarrea, habiendo estado en varias oportunidades al borde de la deshidratación.
Quizás pueda identificarse con alguna de las situaciones que mi madre ha vivido durante muchos años de su vida...
Ingiere una gran cantidad de medicamentos para poder controlar los cólicos y malestares generales, pero sabe que (a corto o largo plazo) tendrán efectos secundarios indeseables, y hasta peligrosos.
Esta obligado a un constante control privativo sobre las comidas que debe ingerir. Llego a deprimirse y perder el apetito, o simplemente a evitar la comida por temor a las consecuencias.
Se esperanzó con algún medicamento específico que le daba buenos resultados. Pero luego de un tiempo volvió al punto inicial, ya que ese alivio fue solo temporal, y tuvo que reemplazarlo por una medicina más fuerte.
Siente que su vida esta controlada por su intestino y sus caprichos. Que no le permiten llevar una vida social normal. Ya sea por los fuertes dolores repentinos, por las necesidades inmediatas y sorpresivas por dirigirse a un baño, o por situaciones "complicadas" y vergonzosas, relacionadas a accidentes o flatulencias.
Ha visto como los síntomas de esta patología aumentan en su cuerpo. Depresión, cansansio, ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y falta de deseo sexual (entre otros). Y en el caso de las mujeres, cada vez más dolorosos períodos menstruales.
Ha gastado cientos, incluso miles de dólares, en tratamientos y sistemas que nunca dieron resultado.....leer más detalles
Yo sé cómo se siente, porque desde muy joven he visto a mi madre sufrir las consecuencias del síndrome de intestino irritable. A pesar de no ser una mujer quejosa, yo sabía que sufría, aunque fuera en silencio.
Sus dolores eran agudos y punzantes, y solía pasar de períodos de peligroso estreñimiento a no menos graves lapsos de diarrea, habiendo estado en varias oportunidades al borde de la deshidratación.
Quizás pueda identificarse con alguna de las situaciones que mi madre ha vivido durante muchos años de su vida...
Ingiere una gran cantidad de medicamentos para poder controlar los cólicos y malestares generales, pero sabe que (a corto o largo plazo) tendrán efectos secundarios indeseables, y hasta peligrosos.
Esta obligado a un constante control privativo sobre las comidas que debe ingerir. Llego a deprimirse y perder el apetito, o simplemente a evitar la comida por temor a las consecuencias.
Se esperanzó con algún medicamento específico que le daba buenos resultados. Pero luego de un tiempo volvió al punto inicial, ya que ese alivio fue solo temporal, y tuvo que reemplazarlo por una medicina más fuerte.
Siente que su vida esta controlada por su intestino y sus caprichos. Que no le permiten llevar una vida social normal. Ya sea por los fuertes dolores repentinos, por las necesidades inmediatas y sorpresivas por dirigirse a un baño, o por situaciones "complicadas" y vergonzosas, relacionadas a accidentes o flatulencias.
Ha visto como los síntomas de esta patología aumentan en su cuerpo. Depresión, cansansio, ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y falta de deseo sexual (entre otros). Y en el caso de las mujeres, cada vez más dolorosos períodos menstruales.
Ha gastado cientos, incluso miles de dólares, en tratamientos y sistemas que nunca dieron resultado.....leer más detalles
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